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El país de los pinguinos enanos.

Resulta que cualquier individuo, se llame como se llame , tenga el color de la piel que tenga, sea cristiano o budista, gordo o flaco, guapo a feo, le dice a su empresa que dimite…y se va; y no pasa nada. Si a la empresa no le gusta la cara  de su empleado y le echa como a un perro, el empleado se va, y tampoco pasa nada.

Esta visto que un Rey, aparte de su propia decisión, de su propia iniciativa, de su propia voluntad,  y por los motivos que fuera se quiere ir, quiere abdicar y dejar su trono, empiezan las pesquisas de los unos y de los otros y se arma la mari-morena.

Movilización en masa de todas las instituciones públicas, administrativas y periodísticas. El Rey no puede hacer lo que le de la gana… hay que pedir permiso al pueblo, a través de sus representantes (volver al título de este artículo…). Todo el mundo empieza a hablar del Articulo 57.5 de la Constitucuón Española y del Título II de la misma, hasta yo… Cuatro días antes nadie sabia lo que decía el art. 57.5 y, si lo sabías: agua fresca. Pero bueno somos así de listos, y hay que demostrar, en todo momento y a todo el mundo, que  somos los mejores, y que estamos sobradamente preparados.

Sin embargo a la hora de una resolución definitiva cada uno tira la manta a su antojo y capricho esperando que el Mesias le otorgue lo deseado. Los Nacionalistas con su violín de Ingres que ya huele a rancio, las Comunidades de pedigueños, los de izquierdas con su República, y los derechas contemporizando el chaparrón de las proxiñas Generales.

No, señores todo eso está regulado y, si de verdad son tan listos, procedan como dice Simeone partido por partido, o pasito a pasito. No confundan los pasos que marcan una realidad dentro de una plantilla o un modelo preestablecido.  Despues de esos pasos iniciales procuren dar otros, pero siempre piano piano y tratando de saber, o por lo menos tratando de comprender de lo que hablan, y si es realmente el momento de manifestarlo.. En una palabra y como dicen los franceses: No pongan los caballos delante del carro.

Yo, por mi parte admiro ciertos aspectos de algunos países que llamamos tercermundistas. Amin, se coronó asimismo Rey de Uganda, sin más preámbulo ni protocolo (él mismo se puso la corona en la cabeza) y en muchos de esos paises cuando  una pareja se quiere diverciar van a ver el Caid (el Jefe del distrito) y este rompe el compromiso (a eso se le llamaba en Marruecos, hace unos 50 o 70 años: «…Caser carta…» ) – Aquí, en nuestra emancipada Europa, un Rey es el último de la fila. Confío, y estoy seguro, que Felipe VI, conoce el tablero y sabrá poner cada ficha en su sitio, como lo hizo su padre  en su día y en más de una ocasión, para evitar que se desboquen, una vez más… algunos pinguinos.

 

 

 

 

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